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Las estadísticas de los femicidios nos horrorizan: en Argentina se comete un femicidio cada 30 horas, al día 23 de noviembre de 2022 se registran 229 femicidios. El 19,3% de los femicidios fueron realizados por las ex parejas de las víctimas, el 87,7% fueron cometidos por una persona del círculo íntimo de las víctimas, 189 niños/as se quedaron sin adre a causa de la violencia machista y su expresión más extrema. El 17% de las víctimas de femicidios habían realizado al menos una denuncia y solo el 9% tenía medidas de protección.
Si bien los femicidios son los mayores actos de violencia machista, también hay más datos que reflejan esta violencia en contra de las mujeres, como por ejemplo las tareas domésticas y de cuidados, el 70% de estas labores las realizan las mujeres, lo cual trabajamos 6,3 horas más por día, mientras que los varones les dedican a estas tareas 3, 4 horas más por día. Es decir que las mujeres le dedicamos un cuarto del día a lavar los platos, limpiar, ordenar, planchar, llevar hijos/as al colegio, y así la lista es infinita o casi; por lo tanto, este reparto desigual de las tareas domésticas conlleva a que las mujeres no podamos acceder a cargos jerárquicos en el ámbito laboral o no nos eligen por tener niños/as pequeños/as, por lo que prácticamente estamos obligadas a tomar trabajos de medio tiempo o informarles como el servicio doméstico que en nuestro país representa el 75,7%, es decir que las mujeres tenemos un techo de cristal, que podemos llegar, hasta un cierto nivel porque si no todo el resto se rompe, se desmorona entiéndase o nos dedicamos a la casa o a trabajar, o tenemos un trabajo con poca remuneración.
Atrás de todos estos datos hay historias y sueños, en el caso de los femicidios los sueños quedaron inconclusos y rotos; los femicidas arrebataron las vidas de esas mujeres, que como siempre decimos puede ser nuestra madre, hermana, prima, sobrina, compañera del trabajo, vecina. En el caso de las estadísticas con respecto al mercado laboral hay una enorme desigualdad entre varones y mujeres, ya que en el camino nos encontramos con muchos obstáculos para poder llegar a un puesto jerárquico, entonces no somos feministas enojadas, son datos, números concretos y, en el peor de los casos, voces y miradas que nunca más volveremos a escuchar.